Cuando estás a metros de la Bombonera
Coincidentemente, el día del partido de Argentina vs. Perú, cumplo un año en mi actual trabajo, en el área de prensa del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Desde sus oficinas, ubicadas en el Palacio Lezama, se puede ver la cancha donde mañana la blanquirroja jugará el partido más importante de los últimos 20 años.
Acá la fiebre por el partido recién se desató el fin de semana pasado. Antes River, por su participación en la Libertadores, y Boca, por su eliminación de la Copa Argentina, captaban la atención del público futbolero argentino. Muy diferente a lo que pasa en Perú, o lo que se ve desde acá, con miles (sí ya deben ser miles) de noticias, especulaciones, libros y canciones sobre la épica de la aún no finalizada campaña de Gareca.
Yo era muy escéptico sobre el cambio de escenario del partido, por eso que cada vez que iba al comedor y veía la cancha de Boca, pensaba que era imposible que ese lugar podría albergar un partido tan importante para ambas elecciones.
A pesar de la cercanía, no iré a ver el partido. Las entradas se pusieron a la venta por internet en horario laboral y conseguir una de las 1500 entradas para la tribuna visitante fue una misión imposible. Tema parte, la AFA decidió que la hinchada peruana que quiera asistir al estadio tendría que pagar 190 dólares; me parece un robo si comparamos con lo que pagaron los venezolanos para ver hace un mes a su selección: 68 dólares.
Hoy me hicieron la pregunta del millón varias veces: “¿Quién querés que gane?”, tras una breve risa, respondía el muy educado “que gane mejor”. Si bien la cuarta parte de mi vida la he pasado en Buenos Aires, tengo esposa e hijos argentinos, mi casa está acá… pero es imposible olvidar el lugar donde uno nació. La última vez que Perú fue a un Mundial yo tenía 4 años y no recuerdo nada, en mi memoria está una vieja toalla grande con la figura del popular “Naranjito”, la mascota de España 82.
Recordar eliminatorias es remitirme a ver partidos con los amigos de mi querido barrio Pueblo Libre, ilusionarnos, recurrir a las matemáticas y decepcionarnos. En ese mismo orden, cada cuatro años. Así como vi pasar entrenadores, algunos de los amigos y conocidos se fueron de este mundo sin ver a Perú en un mundial.
Pero hace doce años la historia cambió, la albiceleste se fue ganando un lugar en mi cariño futbolero. Dolió cuando se perdió la final del Mundial pasado. Era el momento ideal, único e irrepetible. Hoy conversando con uno de los community managers que trabajando conmigo me decía que no le cabía en la cabeza como existían argentinos que quieran que su selección no vaya al Mundial. “Que el español se quede con ganas de ir a Rusia”. El español es Messi. Tienen al mejor jugador del mundo y no lo valoran, no lo cuidan. Hay un grupo de hinchas que sienten que este grupo de millonarios quieren más a sus clubes y que a la camiseta de la selección no la quieren; no ven compromiso.
Mientras escribía, acá ya llegó el tan ansiado 20 de octubre, parecía lejano, peor ya está acá. En unas horas iré a trabajar como todos los días, cerca de la Bombonera. Cuando salga de trabajar, seguro que la selección, ese grupo que hoy nos hace soñar pero esta vez de verdad, estará cerca de ese estadio al que no le debe tener miedo. River ya le faltó el respeto, deportivamente hablando, a Boca en varias oportunidades. Mañana serán once contra once, el Perú corre con la ventaja de la presión que tiene Argentina de ganar, de no terminar el encuentro con esos rostros de miedo que acá vimos cuando jugaron contra Venezuela.
Que mi esposa y mis hijos me comprendan, pero esta vez estaré en la vereda de enfrente por 90 minutos, esperando que hagamos nuevamente historia como en 1969.
Escrito por
Periodista. Viví durante quince años en Argentina, hoy estoy en el sur del desierto israelí. Que sea siempre rock. TW: @lvreyes